Una fobia es un trastorno muy común
de ansiedad, que se caracteriza por el temor irracional ante objetos o
situaciones que no son peligrosas. Muchas veces, las fobias se vuelven
patológicas por su intensidad y repercusiones en la vida de la persona.
Una de las
mayores consecuencias que derivan estas fobias es que la gente deje de hacer
cosas con el fin de evitar los estímulos u objetos que les causan ese miedo. De
tal forma, que esto termina afectando a la vida diaria de las personas,
provocando un deterioro laboral, social, familiar y personal. Es importante
destacar que este tipo de trastornos son muy difíciles de controlar; también,
dependiendo del tipo de fobia la afectación puede ser mayor o menor y esto
puede generar más problemas en un futuro.
La fobia y
el miedo, a pesar de parecer términos muy similares, presentan varias
diferencias; el miedo es algo común, mientras que la fobia se trata de un
trastorno. El miedo se define como la reacción natural de un individuo ante una
situación que puede ser amenazante o que implica peligro. A veces, cuando somos
niños tenemos varios miedos pero conforme vamos creciendo esos miedos acaban
desapareciendo y por lo tanto, no requieren de ningún tratamiento específico
para su solución. Las fobias son miedos mucho más intensos y desproporcionados,
que persisten a lo largo del tiempo. Las principales diferencias entre ambos
conceptos son: el grado de control, los signos fisiológicos, la intensidad de
la respuesta, la intromisión en la vida diaria, las diferencias individuales, el
recuerdo de la situación terminada y la psicopatología. Primero, está el grado
de control: el miedo se puede controlar, ya que se trata de un mecanismo de
supervivencia que permite actuar de forma rápida para decidir qué hacer y así,
poder evitar el estímulo dañino; en cambio, la fobia es bastante difícil de
controlar. La segunda característica son los signos fisiológicos: los signos
que causa el miedo se dan ante la situación temida; mientras que los de la
fobia son muy intensos y con tan solo pensar o hablar de ello, ya se dan todos
estos signos. La tercera característica es la intensidad de la respuesta: si se
tiene miedo a algo lo normal es prepararse para evitar ese factor, en cambio,
si se tiene fobia el estímulo es bastante desproporcionado y la persona puede
incluso llegar a perder su racionalidad. La cuarta característica es la
intromisión en la vida diaria: el miedo no suele presentar muchos cambios en la
rutina de una persona, sin embargo, la fobia puede iniciar una serie de cambios
muy drásticos en la vida de alguien, llegando incluso a afectar a su propio
bienestar. Después, están las diferencias individuales y el recuerdo de la
situación terminada, donde al tratarse de un miedo la persona es capaz de
recordar más y de manera más completa; en cambio, cuando se trata de una fobia
la persona bloquea esa parte de su memoria para evocar ese recuerdo. Por
último, está la psicopatología: el miedo posee una función adaptativa, mientras
que las fobias no son adaptativas.
Uno de los
principales síntomas de las fobias es la ansiedad. La intensidad de los
síntomas será distinta dependiendo de cuánto se está pensando en ello y de la
cercanía de la fobia. Existen muchos tipos de fobias, pero casi todos ellos
experimentan los mismos síntomas que se pueden agrupar en tres grupos: síntomas
físicos; temblores, escalofríos, sudoraciones, aceleración de los latidos;
síntomas psicológicos; pensamientos alterados de la situación o estímulo; y
síntomas conductuales; evitación de la situación y de los estímulos. Los síntomas
suelen ser: temor inmediato e intenso cuando estás expuesto a tu fobia;
ansiedad que empeora a medida que la fobia está más cerca; dificultad para
realizar cualquier actividad debido al temor que sientes; o reacciones físicas
como la sudoración, aceleración del pulso, dificultad de respirar, opresión en
el pecho, mareos, náuseas o en casos extremos, sufrir desmayos.
Las fobias
más comunes se pueden clasificar en tres grupos: Las fobias específicas, la
fobia social (trastorno de la ansiedad social) y la agorafobia. Las fobias
específicas son temores abrumadores a objetos o situaciones particulares que
plantean un peligro pequeño, provocando ansiedad y conductas de evitación. Este
tipo de fobias no necesitan de terapia, al menos que afecte a tu vida cotidiana
y ahí, sí que sería necesaria. Las fobias específicas se pueden dividir en
varios grupos: la fobia a los animales que incluyen la aracnofobia (arañas),
cinofobia (perros) o la entomofobia (insectos); la fobia a los entornos
naturales, relacionado con los elementos de la naturaleza, la astrafobia
(rayos) y la brontofobia (tormentas); o las fobias situacionales, que son
aquellas que están en determinadas situaciones como puede ser montarse en un
ascensor o la aerofobia (aviones), ambas se caracterizan por el miedo a tener
que estar en espacios cerrados. Las causas de estas fobias pueden ser como
consecuencia de una experiencia negativa, por genética o por cambios en una
actividad cerebral. Existen factores que aumentan el riesgo de este tipo de
fobias como son: tu edad, tus parientes, tu temperamento o por enterarse de una
información negativa. Se trata de una fobia que también presenta numerosas
complicaciones como son: el aislamiento social, los trastornos en el estado de
ánimo, el abuso de sustancias (droga o alcohol) o incluso el suicidio. La fobia
social es el miedo y la ansiedad intensa que se genera durante las situaciones
sociales. Después de una situación social, analizan toda interacción que han
tenido e intentan buscarle algún fallo y si hay algo negativo o de lo que
avergonzarse. Los síntomas emocionales y conductuales de esta fobia son: el
miedo a ser juzgado o criticado, la angustia y ansiedad por sentirse
avergonzado, el miedo a que las personas se den cuenta de que estás ansioso y
con temor de estar ahí, el temor por la gente o por lo que crees que
pueden decir de ti; en cambio, los síntomas físicos son: temblores,
enrojecimiento, sensación de no saber qué hacer en una situación, el aumento de
los latidos del corazón, la sudoración y la sensación de mareos o dolores
estomacales. Por último, la agorafobia consiste en la ansiedad y el miedo
intenso de estar en sitios donde es difícil escapar, o en lugares donde la
persona se siente atrapada. Generalmente, esta fobia está provocada por sentir
miedo a hacer el ridículo, a desmayarse, a sufrir un infarto y que no haya
nadie que te pueda ayudar, o a tener ataques de pánico y perder el control. Los
síntomas de la agorafobia son: temblores, aceleración de los latidos, falta de
aire o náuseas.
Las fobias
se originan mayormente en la etapa de la infancia, la adolescencia o edad
adulta temprana. La causa de su inicio puede ser por una situación estresante,
una experiencia traumática o incluso puede darse el caso de ser imitada de un
familiar, es decir, que algún familiar lo tenga y por ello otro también. Estas
experiencias negativas se quedan grabadas en el cerebro, por lo que cuando la
persona vuelve a experimentar situaciones similares, revive esas sensaciones,
amplificadas por el miedo. Una persona al sufrir todas estas situaciones se
enfrenta a un estímulo temido, en donde sus defensas se ven desbordadas, debido
a ello se genera un miedo intenso que provoca una ansiedad grave la cual se
manifiesta mediante síntomas físicos y psíquicos. En algunos acontecimientos, estas causas pueden darse de manera
agresiva, haciendo desarrollar el estímulo que ha sido amenazado hacia una
fobia, debido a que el individuo se focaliza en los síntomas intensos que está
padeciendo provocando finalmente una fobia.
La terapia
es de los tratamientos más efectivos para poder tratar las fobias. En algunos
casos se puede combinar con tratamiento psicofarmacológico, el cual consiste en
ayudar a disminuir los síntomas físicos para que posteriormente el paciente
vaya afrontando la situación. Otros tratamientos que muchos expertos llevan a
cabo son: en primer lugar, la Hipnosis, en este tratamiento se acude a los
recuerdos y pensamientos que han creado la fobia, en el momento en el que se
accede a ellos, se consigue tener otra idea positiva en la mente que te ayude a
manejar la negativa mediante la relajación. El segundo método es el EMDR,
consiste en volver a vivir la experiencia, pero con el objetivo de conseguir
disminuir el impacto / emoción negativa. Seguidamente la técnica EFT, esta se
basa en la estimulación de determinados puntos, trata de liberar las
sensaciones y emociones negativas para lograr aliviar el malestar. La
relajación es otro tratamiento y consiste en aprender a evitar los ataques de
pánico reviviendo las situaciones de pánico. El último, es el método de la
visualización, en él se ayuda a superar la fobia a través del poder de la
imaginación. Los logros de todos estos tratamientos son superar el miedo y
angustia que es provocada, ganar autoconfianza y controlar tu vida. Según
algunos expertos cuanto más específica es una fobia, más fáciles de tratar, y
mejores resultados se obtienen al ser concreta.
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