La
psicología desempeña un papel muy importante en el marketing, ya que
estudia la mente del consumidor y puede influir en nuestra conducta a la hora
de comprar. Desde el momento en el que un cliente entra por la puerta, está
viendo con sus propios ojos lo que los responsables de compras quieren que vea.
Por ello, hay expertos que se dedican a entender cómo funciona nuestra mente y
una vez se haya estudiado, desarrollan estrategias para activar las compras.
Existe un estudio designado para explicar cómo cada persona recorre un
supermercado, a esta ciencia se le denomina “trolleyology”. Los
supermercados tienen unas tácticas muy detalladas que incluyen desde la forma
en el que se ordena el espacio de los mismos hasta la posición de cada
producto. Entre un 30% y 60% de las ventas están influidas por los impulsos,
donde el consumidor compra de manera espontánea, sin haber sido premeditado
previamente a causa de las estrategias psicológicas del marketing y
también influyendo estados emocionales.
Dentro de cada supermercado, son
numerosas las tácticas que se llevan a cabo. En primer lugar, nada más empezar
la compra es importante tener en cuenta el tamaño del carro que ofrece cada
supermercado. El tamaño del carro está pensado dependiendo del rango de precios
de los productos de cada establecimiento. En los supermercados donde los
precios son más elevados de lo normal, los carros son de menor tamaño, así en
el momento de pagar, el carro estará lleno sin haber sido conscientes de ello.
Sin embargo, en los supermercados donde los precios son más asequibles, los
carros son grandes, de esta manera se aprovecha para que los consumidores
llenen el carro ya que, inconscientemente, nuestro cerebro tiende a pensar que
hay que llenarlo, y los consumidores tienen más impulso a comprar.
Otra táctica muy común dentro del carro, es su movimiento, es decir: ¿llevas tú el carro, o él te lleva a ti? Esta pregunta da para pensar un tiempo, y es que precisamente los carritos están diseñados para desviarse hacia la izquierda, esto nos obliga a llevarlo con la mano izquierda y de esta manera, tener la mano derecha libre para coger los productos de las estanterías. Puede ser que se desvíen simplemente para que su conducción sea más difícil y la estancia allí sea más larga. El tipo de suelo ayuda también a que la estancia sea más larga puesto que el carro frena en determinadas secciones. Estos trucos, “obligan” a consumir más puesto que, cuanto más tiempo estás, más consumes. Una estrategia que ha resultado muy rentable para los supermercados es la de implantar los mini carritos. Estos carros, son hechos para entretener a los niños, sin embargo, tiene doble efecto puesto que el niño se involucra en la compra y de esta manera aumenta el consumo. Ya que el niño al tener un carro, coge los productos de las secciones que más le llamen la atención, los cuales se sitúan en las estanterías bajas para que sea fácil su adquisición.
Otro método que influye en la
compra de los consumidores es la música. El tiempo de permanencia en un
supermercado es de 55 minutos aproximadamente. No obstante, varía en función del
tipo de música que haya. Si hay un gran número de personas, la música ideal
sería una con ritmo rápido pero a la vez bailable, ya que anima al consumidor a
seguirlo y de esta manera hace la compra más eficaz, evitando el tráfico de
personas. En cambio si hay pocas personas, el ritmo es más lento para que los
consumidores compren con tranquilidad.
La localización de los productos
está muy meditada y todo tiene un sentido y una razón. Las zonas de los
supermercados podríamos clasificarlas entre zonas frías o calientes. Por un
lado, están las zonas frías, donde el volumen de ventas es menor porque es
donde menos gente circula, ya sea porque están menos visibles o simplemente por
la falta de accesibilidad a dichas zonas. Allí se suelen colocar los productos de
primera necesidad puesto que el consumidor va a demandarlos siempre y no le
importará recurrir a su búsqueda. Por otro lado, están las zonas calientes que
son aquellas donde el tránsito de los clientes es mayor como son la entrada o
el cruce entre pasillos, para así dar más visibilidad a esos productos
porque de no ser vistos, la gente se olvidaría de su existencia. La altura de
los productos tiene mucha relación con el precio que poseen; los productos más
caros suelen estar a la altura de los ojos del consumidor porque es lo primero
que ven y suelen ser compras espontáneas; después, están los productos a la
altura de las manos que son lo que podemos alcanzar de manera sencilla; por
último, están los que están a la altura de los pies que por mucho que tengas
que agacharte no te importará porque son necesarios. Normalmente, los productos
que están lejos de la entrada son los más importantes y por ello, los ponen al
fondo, para así obligarte a recorrer todo el supermercado y si es posible,
ayudarte a caer en la trampa de comprar otros productos durante el camino. En
cambio, los productos que se compran por impulso suelen encontrarse a la salida
justo al lado de la caja para verlos mientras se espera en la cola. Son
productos que, como hemos dicho anteriormente, no entran en la lista del
consumidor ya que en un principio o bien no se acuerda de ellos o bien no los
considera importantes.
Otra de las estrategias que se
llevan a cabo en los supermercados es lo que se podría llamar como marketing
del color. Se ha comprobado que el color tiene una gran influencia en la
decisión de compra. Los colores rojos, azules, naranjas y negros se suelen usar
en productos de compra compulsiva, se puede ver reflejado en la mayoría de
"snacks", y chocolates que están empaquetados con esta gama de
colores. Por otro lado, los colores rosas claros, celestes o azules marinos se
utilizan en los productos racionales, aquellos en los que comparamos marcas,
precios, calidad… También, para rebajas o descuentos se suelen usar los colores
rojos y amarillos para anunciarlos, ya que estos colores están asociados con la
impulsividad. Así como se le puede asociar a los productos de lujo colores
negros y dorados para representar estatus y calidad del producto. También
algunas secciones están caracterizadas por un uso de color debido al producto
que se quiere vender. El color verde suele ser utilizado por productos de
higiene y alimentos bio, el rojo se utiliza mucho en los carteles que hay en
los supermercados y está estudiado que es un color que nos aumenta el apetito.
Otro de los métodos que influye
en la compra y en los supermercados, es la iluminación. Si se trata de una iluminación óptima, incitará a los clientes a comprar más productos, potenciar
zonas y espacios clave. El principal objetivo es guiar al consumidor por toda
la estancia, resaltando productos y creando ambientes atractivos, para que en
el caso de que el consumidor se detenga, la probabilidad de realizar una compra
impulsiva aumente. Así como en determinados productos como la carne,
charcutería, verdura y pescadería, tienen una iluminación que resalta sus
colores y les da una imagen a los consumidores de frescura y de calidad. Al
igual que en los productos congelados la luz es muy blanca y fuerte, para
transmitir la frescura de los productos.
El tiempo de compra que pasamos
en los supermercados varía dependiendo de las estrategias que el supermercado
quiera usar. Los productos esenciales suelen estar al fondo del supermercado,
obligándote a ver todos los productos desde el principio hasta el final del
supermercado, aumentando las ventas, ya que pasas más tiempo recorriendo los
pasillos, y el tiempo de estancia. También se puede aumentar el tiempo de
permanencia, cambiando las ubicaciones de los productos cada cierto tiempo,
sobre todo los de primera necesidad.
El tema de la fijación de los
precios es algo también muy estudiado y es otro factor que ayuda a que las
compras aumenten. Normalmente, solemos fijarnos en la cifra y obviamos la parte
decimal; por lo que muchas veces se añade 0,99 céntimos a los precios pero no
les damos tanta importancia al no convertirse en cifras redondas. Sin embargo
estamos pagando casi un euro más de los productos que tengan este tipo de
precios, de tal manera que, quizá nosotros no nos demos cuenta de esa pequeña
diferencia, pero sí las empresas (0,99€ de cada cliente son muchos € al cabo
del día/semana/mes...).
Por último, están los olores; se
dice que a un cliente se le conquista por la nariz, es decir, los aromas
impulsan a la compra. Por ejemplo, cuando se está horneando pan y nos entra el
hambre, el primer sitio al que recurrimos para quitarnos ese hambre es a la
panadería donde está el pan o los bollos. Otro ejemplo es el olor a naranja
cuando accedemos a un supermercado: inconscientemente o incluso aunque nos
demos cuenta, el supermercado lo que intenta es vender naranjas por cualquier
motivo y es una forma de recordarle al cliente que acuda a esa sección.
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